Hacía frío, despuntaba el día y aún así no quería salir, únicamente quería echarle un vistazo, verla con una distancia suficiente como para disfrutarla. Se me acercó el conserje para tener la charla de todos los sábados, que si hacía frío, que si no eran horas de salir, etc,,, Como me vio haciendo algo extraño, que no era salir como alma que lleva el diablo, para combatir el frío, se quedó desconcertado. Únicamente dijo, “buenos días”, y mi respuesta fue, “está preciosa”.
Como no sabía qué decir el conserje me preguntó si era nueva, pese a que sabía perfectamente que no era así. Mi respuesta fue incomprensible para él, le dije “casi”.
Me subí y comencé a rodar, cada bache hacía que me doliese el alma, pensaba en el sufrimiento de las ruedas. Poco a poco fui cogiendo confianza y con ella, velocidad. Rodaban limpias, con un sonido diferente a las anteriores, a mi me sonaba a música.
La aceleración producto de la aerodinámica se percibía cada vez que superaba los 30 kilómetros por hora, en ese momento era cuando apreciabas cómo las sensaciones eran otras, mejores. Seguro que era también producto de un Efecto Placebo, pero a mí me daba igual, las sensaciones las tenía y si venían de mi mente o de las ruedas, sinceramente me era indiferente.
Pese a que era pronto encontré gente en el carril bici, es humano el sentirte orgulloso de llevar una bici bonita con unas bonitas ruedas. Seguramente a los que pasaba ni les daba tiempo a mirar mis nuevas ruedas y seguramente les daba exactamente igual, pero a mí me daba un subidón de orgullo pensar que las ruedas le daban un aspecto increíble a mi bici y un rodar suave y enérgico a la vez.
La ruta era la de siempre así que acumulaba en los sesenta kilómetros primeros un desnivel de más 800 metros. Así que la bajada iba a ser otra prueba a mis nuevos “zapatos”, preocupado por la frenada, porque el carbono dicen que no responde igual que el aluminio, empecé despacio. Pero todo aquel que esto le resulte comprensible sabrá que eso me iba a durar no más de cinco minutos. A partir de esos 2 kilómetros y pico empecé, a machete, la banda de rodadura de basalto funciona perfectamente y en la frenada no aprecio ninguna diferencia.
Después de los primeros 120 kilómetros sólo pude bajarme de la bici y volver a coger unos metros para poder mirarla un rato y pensar “esta preciosa”.
Cuando llegue a los 500kms volveré a escribir para compartir mi experiencia con mis TheWheelShop Custom-Wheels carbono de 50mm, con buje DT Swiss 350, hasta ahora extraordinariamente satisfecho y contento.
Yago M.